Se acuerdan cuando hace muchos muchos años Radio Klara solo era sintonizable en la ciudad de Valencia (y no en todos los sitios) a través de aquellos aparatos, por entonces modernos, llamados radios o transistores que atrapaban las geniales frecuencias de la FM. Con esa lucecita que parpadeaba misteriosamente entre el verde y el rojo para indicarnos si estaba emitiendo en mono o en estéreo. Entre su programación, cargada de buenas intenciones y toneladas de ideología, siempre había un hueco para interesantes propuestas musicales que algunos jóvenes aguerridos proyectaban desde sus microfonos.
Las cloacas sonoras del mundo subterráneo valenciano tenían allí su principal altavoz, su mejor aliado. Era la radio fórmula de los perdedores, de los osados, el eslabón más bajo de la industria musical, pero todos queríamos sonar allí porque sus conductores gozaban de la credibilidad de los músicos y de la audiencia que por poco que fuera, siempre fue suficiente. Molaban mucho estos tipos y sus modestos proyectos. Apestaban a autenticidad, aún recuerdo ese olor.
Pues bien, algunos siguen ahí, ofreciendo lo mejor que tienen a cambio del amor al arte y uno de ellos tiene nombre y apellidos, claro, me refiero a Javier Pérez, mi querido y respetado Gafotas que al frente de su Club de Amigos del Crimen todos los jueves nos ofrece las mejores pinceladas musicales que se trazan en este maravilloso país. ¿Quién fue el imbécil que dijo que cualquier tiempo pasado fue mejor? ¡Imposible! Ahora Radio Klara aún sobrevive en la FM, pero gracias a internet y los podcasts, estupendas aventuras como esta se pueden disfrutar en cualquier punto del globo terráqueo a la hora que te salga de los cojones (o la figa). ¡Es grandioso! Ni amo, ni señor.