Personaje único, asombroso e inclasificable, incluso quizás, músico, Manolo Rock (así de escueto, cañí y directo como una patada en los...) fue el más importante animador de la escena local valenciana en la ya lejana década de los años 80 y parte de los 90. Un fascinante todo terreno, un activista sin pistola al que difícilmente se le podrá encajar con justicia en esta breve reseña. Durante aquellos años hizo de todo, y “todo”, con tipos como éste, quiere decir “todo”. Ocupó por allanamiento todos los frentes abiertos y siempre lo hizo con un buen par, al tiempo que regentó los garitos más carismáticos de la ciudad en su triple faceta de dj, promotor & alcohol: Gasolinera, Garage… Comenzó como manager de lo mejor de la escena valenciana, desde sus comienzos a finales de los 70 con La Banda de Gaal hasta los Surfin Bichos, pasando entre muchísimos otros como Comité Cisne, Gabotti, Franky Franky, NES, Imprevisibles o Transfer.
Por hacer, incluso hizo un tímido asalto a los medios tras un fanzine /editorial de corta vida, El Gato Suicida, con el que publicó el primer capítulo de sus memorias (Manolo Rock en la Valencia Subterránea), divertido libro que años más tarde reeditó ampliado y corregido y que se agotaron en un plis plas. No le faltaba más que montar un sello discográfico y hasta allí se fue en el 96: Subterráneo Records llegó a editar más de 40 referencias, 40. Desde Jah Macetas hasta Gigatrón, 40, señores, que en Valencia se dice pronto. Pero un buen día de 1995 y no sé porqué tipo de historias, harto de muchas cosas, quizás porque le fallaron algunos de sus muchos amigos músicos o porque estaba harto del gremio de los taxistas, véte tú a saber, a Manolo le dio la bola de hacerse músico, aproximadamente, y con la misma filosofía cruda que había manejado en sus otros menesteres anteriores fue y le puso a su proyecto musical, Huevos Duros. Fascinado con aquella incipiente tecnología musical casera del “háztelo tú mismo” comenzó a editar una divertida colección de compactos caseros de anárquicas portadas que el mismo definió como punk melódico doméstico industrial (curioso que no usara la palabra freak por ningún lado), repletas tanto de divertidas propuestas anarco-filosóficas como de ácidos comentarios sobre la escena local. Si alguna vez tropiezas con alguna de ellas, la diversión está garantizada. Manolo, desde su actual residencia madrileña, seguro que también se descojonará. ¡¡Salud!!
* Artículo publicado en Mondo Sonoro (septiembre, 2005) y firmado por Vicente Fabuel. Por supuesto, no tengo palabras para agradecerle su gentileza. Un abrazo.